Copias

La técnica fotostática bien puede equipararse a una reinvención de la imprenta. En una era en la que es mucho ms fácil y barato digitalizar documentos, sorprende que en las oficinas sigan siendo indispensables las máquinas fotocopia-doras, estorbosos armatostes cuya vigencia desafía a los apocalípticos que pregonan la extinción del papel. Mañana se cumplen 75 años de la creación de la técnica fotostática, que sin exageración puede equipararse a una re-invención de la imprenta, una suerte de democratización que benefició a estudiantes que sólo así pueden acceder a libros descontinuados y a activistas que reproducen sus panfletos sin recurrir a prensas clandestinas. El Gutenberg de nuestros tiempos se llama Chester Carlson, un ingeniero con estudios en física cuya trayectoria es relata-da por el periodista David Owen en su libro Copies in Seconds y en una biografía escrita por Alfred Dinsdale. Ambas semblanzas relatan la historia de un hombre de convicciones acicateadas por circunstancias adversas. Carlson nació en Seattle en 1906, de una familia de ascendencia sueca. Cuando tenía cuatro años de edad vivió en México, donde su padre tuvo la mala idea de querer hacer fortuna en los meses que se gestaba la Revolución. Desde muy joven trabajó para mantener a su familia, debido a las enfermedades de sus padres: a los 17 años perdió a su mamá, enferma de tuberculosis, y a los 27, a su papá, víctima de artritis. Admirador de Thomas Alva Edison, Carlson combinó su aptitud científica con una precoz vocación periodística surgida en su adolescencia, cuando publicó una revistilla que hacia circular entre sus amigos aficionados a la química. Ya adulto, en los años de la Gran Depresión, sólo pudo conseguir empleo en los departamentos legales de patentes de dos empresas. Aun cuando no estaban directamente relacionados con su campo de estudios, estos trabajos lo mantuvieron al tanto de nuevos inventos y lo motivaron a estudiar leyes en una escuela nocturna. de Nueva York. Su faceta como oficinista le provocó una obsesión por encontrar una forma, de copiar documentos mis barata que fotografiarlos y más rápida que duplicarlos con papel carbón. Y así fue como, literalmente, se le prendió el foco. La respuesta estaba en la luz. Particularmente, en una de sus propiedades: la foto -conductividad, que dependiendo la radiación que se emita puede alterar las características eléctricas de determinados materiales. Carlson pensó que en un documento de papel expuesto a la luz, por ejemplo, el polvo magnético tendería a adherirse a las partes oscuras, mientras que las partes blancas lo rechazarían. Con este principio podría generarse una réplica seca, distinta a una impresión con tinta liquida convencional. Carlson comenzó así a experimentar en la cocina de su casa con lámparas incandescentes y sustancias como zinc y azufre. Tras años de pruebas fallidas, contraté un ayudan-te y alquiló un cuarto en Astoria. Queens, Long Island y en el que continuó afanosamente su búsqueda. Ésta termino' el 22de octubre de 1938, cuando logró reproducir la leyenda "10 -22-38 ASTORIA", escrita en una lámina de cristal, un efecto que repitió cuantas veces pudo, utilizando papel encerado. Consciente del potencial comercial de su descubrimiento, Carlson intentó financiar su desarrollo en los difíciles años dela Segunda Guerra Mundial. Tras ser rechazado por IBM , Kodak, General Electric y RCA, consiguió' en 1944 que el instituto Battelle Memorial, una organización no lucrativa con sede en Ohio, aportara fondos para el perfeccionamiento de esa tecnología. Battelle otorgó la licencia del invento a 1-1aloid, una pequeña compañía proveedora de papel fotográfico que le tuvo fe al proyecto. Como fruto de su inversión, el 22 de octubre de194S, justo diez años después del descubrimiento de Carlson, Haloid anunció la salida al mercado de la primera foto-copiadora, que usaría la técnica que bautizó corno xerografía, palabra de raíces griegas cuya traducción seria "escritura en seco". En 1961, 1-lakid cambió su nombre a Xerox, marca que no sólo es símbolo de la industria del fotocopiado, sino que fue más allá al ser también pionera de la computación personal con dos aportaciones clave: el mouse y la interfaz gráfica de usuario, idea que luego se apropiaría la Macintosh de Apple. Steve Jobs solía justificar este último episodio con una frase atribuida a Picasso: "Los buenos artistas copian, los grandes artistas roban". Cruel metáfora que en el fondo le hace justicia a Carlson, reivindicándolo como inventor de un arte.